Era una dulce mañana en que tu piel desnuda
cubría mi alma, tan desenvuelta de besos.
Y mi mano en la curvatura de tu espalda, reía.
Y lo supe entonces, te amaba, te amaba tanto
que si el sol fuera amor ni con sus rayos sabrías cuanto.
Ojos cerrados y pies descalzos
Ojos cerrados y pies descalzos
vestían tu cuerpo con dulce hermosura,
y yo... abrazado a tu cintura lloraba, lloraba tanto.
Como la luz que se cuela debajo de la puerta
y no logra iluminar el misterioso cuarto.
Era una dulce mañana, tan dulce como las horas
Era una dulce mañana, tan dulce como las horas
en que solamente te amaba y no me preocupé.
Y fue entonces cuando lo supe, fue entonces cuando lloré.
Tu no me amabas, ni me extrañabas tanto,
como las flores deseosas de ver el reflejo del sol.
De pronto ya no soñabas y yo callé todo mi llanto
De pronto ya no soñabas y yo callé todo mi llanto
y a tu espalda tibia me aferré.
No sonreías, se fue el encanto, yo solamente te miré.
No sonreías, se fue el encanto, yo solamente te miré.
Creí que me amabas, que me amabas tanto,
que cubrías mi alma con toda tu fe.
Era una dulce mañana de ojos cerrados y pies descalzos
y lo supe entonces...
Me equivoqué.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario